yuyos malditos
escritores de la estepa
Ariel Navalesi
Temporada 1
Hay leones… y leones
Venía andando en bicicleta de la escuela para mi casa y no sé cuándo fue que me distraje porque yo el camino me lo sé de memoria pero igual parece que me distraje o capaz que fue esta bici que no es la mía es la de mi hermano Flavio que se la usé porque la mía estaba pinchada y total ahora que va a la secundaria él se va en colectivo a su escuela que queda lejos así que me llevé la bici de Flavio y capaz que fue eso que no es lo mismo que la mía que se sabe el camino de memoria como yo y que casi dobla sola donde tiene que doblar… esta no y entonces no sé cómo pero en
vez de doblar para allá se ve que doblé para el otro lado y cuando quise darme cuenta ya estaba dale que dale por un camino que no es el camino es un camino que no sé de dónde salió porque yo el barrio me lo conozco todo bah se ve que todo no porque jamás me imaginé que estabaese camino de golpe todo de tierra y angosto finito el camino y como por un túnel de plantas lleno de curvas y curvitas cada vez más metido entre las luces y las sombras de una selva que nunca estaba pero ahí estaba y metido y dale que dale yo pedaleaba porque quería salir y llegar a mi casa de una
y tomar la chocolatada y que mi papá me haga pan con manteca y azúcar y hasta tenía ganas de hacer la tarea con tal de salir de allí así que dale que dale que yo pedaleaba por ese camino de la selva y tenía que andar muy atento y agacharme a tiempo para no pegarme un ramazo y caerme en la tierra y que del costado aparezca un animal feroz y que me coma o que aparezca una mano peluda y con uñas largas como cuchillos y me atrape y me arrastre a una cueva oscura oscura oscura o que me pique una víbora y que muera envenenado y que después me coman los gusanos así que yo no daba más de tanto pedalear y mirar para todos lados pero es como que no veía nada capaz que porque transpiraba y me caían gotitas en los ojos que no eran lágrimas porque yo no lloraba o capaz que no veía nada porque era una selva embrujada o porque había caído en una trampa mortal de los más malvados villanos malos y mis poderes se iban debilitando y yo me concentraba con la mente para que mis poderes no me fallaran y pudiera seguir pedaleando y pudiera recibir una señal que me indicara cuándo y para dónde tenía que doblar para salir de una vez por todas de esa selva y de ese caminotrampa por donde estaba y no sé cómo y yo seguía y había un gran silencio y yo escuchaba mi respiración escuchaba cómo entraba el aire y escuchaba cómo salía y me parecía que todo se iba a escuchar en toda la selva igual que el corazón que me golpeaba desde adentro para afuera como si fuera un puño que quería salir como yo que quería salir de ese camino que no se terminaba nunca y que seguía y hasta el ruido de la cadena se escuchaba Trrrrrrrrrrrrrrrrrr pasando y pasando por esas rueditas de metal que parecen como soles chiquititos y que están en rueda de atrás para hacer los cambios que son veintiuno los que tiene la bici de Flavio y yo la llevaba en el cambio más rápido y pedaleaba dale que dale y Trrrrrrrrrrrrrrrrrr y el viento en la cara y en eso me dije basta me tengo que tranquilizar como me dice mi papá que tengo que hacer si estás perdido o te pasa algo lo primero que tenés que hacer es tranquilizarte para poder pensar porque si no te tranquilizás no pensás o pensás mal y te equivocás y la hacés peor y mirá si la iba a hacer peor que peor no podía ser así que me empecé a tranquilizar y a pedalear más despacio y respiraba hondo como cuando vas a la pileta y querés bucear que yo soy un capo y aguanto un montón así que hice así y me sequé la cara con la manga de la remera y empecé a mirar mejor y de golpe me di cuenta de que entre las grandes plantas de la selva se veían como paredes y algunos árboles parecían columnas y otros parecían casas y me di cuenta de que no estaba solo yo andaba despacio y empecé a escuchar ruidos los ruidos de la selva y a ver cosas que se movían me pregunté si serían animales y como ahora podía pensar mejor me pregunté si serían animales feroces y malos o si serían animales tranquilos y buenos porque hay leones… y leones como dice mi abuelo y entonces no me asusté y pude concentrarme para mirar y escuchar mejor y me pareció que veía algo por allí adelante y era un hipopótamo y lo miré bien y me di cuenta de que el hipopótamo tenía la cara de la señora Carlota Menengazúa la del almacén y no lo podía creer o no lo podía entender pero la verdad es que en medio de tanta selva de tanto camino difícil y desconocido de tanto peligro ver la cara de doña Carlota Menengazúa la del almacén me resultó como una alegría como un alivio y entonces con ese poquito de alegría seguí mirando seguí buscando y vi a los cuatro monitos corriendo y subiéndose a un árbol entre gritos y risas entre manotazos y empujones de juego y los escuché hablar y me di cuenta de que eran los monitos de a la vuelta de mi casa quiero decir los hermanitos de a la vuelta el Ale el Jorge y los mellizos y aquel mono más grande con sombrero de flores era la madre estaba seguro qué alegría ya no estaba solo podía escuchar cómo sonaban los sonidos de la selva que ahora eran bocinas y motores y personas y entonces vi que el camino ya no era de tierra y era todo de baldosas que se iban formando mientras yo las miraba y me daba cuenta de que las conocía mientras pedaleaba mas despacio y mas despacio hasta que el angosto camino se hizo todo vereda cordón y calle hasta que la selva se volvió de gente de casas de negocios y los animales gente gente grande mediana y chica gente joven gente vieja gente gente gente y yo paré la bici pisé la vereda y respiré tan hondo y solté el aire tratando de no llorar ahora que las cosas se estaban aclarando me daban unas ganas bárbaras de llorar y me aguantaba y miraba para todos lados y en eso siento un golpe en el hombro y miro y veo una garra enorme de león que me golpeaba el hombro y un rugido y me di vuelta despacio y miré para arriba buscando la melena la boca abierta con aliento a muerte la dentadura llena de cuchillos lista para comerme pero no había melena ni aliento a muerte ni cuchillos y la garra de león no era la garra de un león era la mano de Leonardo mi abuelo Leonardo mi abuelo querido mi Leonardo abuelo y amado León que me miraba extrañado con la boca cerrada y ese olorcito a perfume que siempre se pone y los dientitos blancos y todos juntitos que se los compró hace poco y que le quedan tan lindos cuando se ríe mi abuelo Leonardo mi querido abuelo que me sacude cariñosamente y me pregunta che, qué hacés acá estás perdido y yo que me aflojo todo que se me aflojan las rodillas que se me aflojan los hombros que se me afloja la cara que hasta el alma se me afloja y se me viene la lluvia y miro a mi abuelo y no lo puedo evitar y lloro lloro lloro y mi abuelo me abraza y me dice mirá que sos chambón me dice estás perdido a una cuadra de tu casa así me dice mi abuelo Leonardo y me abriga con sus brazos en un abrazo de abuelo de esos con olorcito a abuelo y ya no hay selva ni vereda ni bici ni camino ni animales ni personas ni baldosas y el abuelo me dice vamos y entonces vamos yo caminando con una mano llevo la bici y con la otra me agarro fuerte fuerte de la mano añosa y segura de mi abuelo Leonardo que es un león.
Temporada 2
Nabuco es un ciervo colorado.
Tal como les pasa a todos los ciervos, sobre su cabeza crecen árboles. Algunos los llaman “astas” o “cornamenta”.
A las hembras de ciervo les encantan los muchachos llenos de ramas. Ellos vagan por los bosques comiendo semillas, raíces, hojas y hasta corteza con la esperanza de que, cuando llegue la primavera, crezcan sobre sus cabezas árboles robustos y vistosos.
Nabuco es un ciervo colorado.
Tal como les pasa a todos los ciervos, sobre su cabeza crecen árboles. Algunos los llaman “astas” o “cornamenta”.
A las hembras de ciervo les encantan los muchachos llenos de ramas. Ellos vagan por los bosques comiendo semillas, raíces, hojas y hasta corteza con la esperanza de que, cuando llegue la primavera, crezcan sobre sus cabezas árboles robustos y vistosos.
Primavera primera *
* en Historias breves de amores controvertidos
Editado por edebé México - agosto de 2015
Allí estaba Nabuco aquella tarde, todo primavera, echado sobre el pasto, al sol, pensando en cuánto éxito tendría con las cervatillas esta temporada. Tenía la cabeza llena de largas ramas con puntas blancas que parecían querer tocar el cielo.
Pero la tranquilidad estaba a punto de terminar.
Soplaba un viento suave y, en brazos de esa brisa, llegó volando una mariposa.
La vida de Nabuco jamás volvería a ser la misma.
Distraída, la mariposa se posó en lo más alto de una de las ramas del joven ciervo.
Nabuco descubrió, entonces, el poder arrasador de lo frágil.
Quedó inmóvil, por temor a molestar a aquella increíble criatura.
El aleteo de la mariposa le hizo sentir a Nabuco un temblor que jamás había experimentado. Creció en él un deseo incontenible de mirarla. Sin mover la cabeza, llevó los ojos hasta límites imposibles. Su mirada se llenó de colores cuando descubrió el dibujo en aquellas alas. Lo que vio lo colmó de emoción. Sintió un nudo en la garganta. Lloró en silencio. Se concentró al máximo para poder sentir el peso mínimo de aquel cuerpecito posado sobre él. Lo adivinó… y sintió el roce de las patitas en sus breves movimientos. Le pareció que la cosquilla que aquel roce le provocaba, lo haría volar.
Pero fue al escuchar la voz, apenas perceptible, de aquella criatura maravillosa, cuando Nabuco se dio cuenta de que su corazón ya no le pertenecía. Estaba perdidamente enamorado.
Sin poder controlarse, se puso de pie.
Al sentir que la rama sobre la que estaba posada se movía bruscamente, la mariposa voló asustada.
Al verla volar y sentir que se alejaba, Nabuco bramó, empeorando las cosas.
-¡Terrible tormenta!- pensó la mariposa.
Impulsada por el miedo voló más alto y más rápido que nunca.
Nabuco apenas alcanzó a ver un destello de colores que se alejaba, y se alejaba y se alejaba…mientras su corazón se apretaba y se arrugaba como una pasita de uva.
La tarde caía.
Nabuco se sintió pesado y gris.
Esa fue la primavera en la que aprendió a llorar.
V Fiesta de la palabra
Bariloche - 2017
Sacudiría yo con fuerza el cuerpo mío como lo hacen los perros con el cuerpo suyo al salir del agua tras haber cruzado un río o después de haber sido sorprendidos por la lluvia sin haber alcanzado a ponerse a buen resguardo o al quedar en libertad después de que alguien haya decidido que ya era hora de darles un buen baño. Así haría yo si pudiera sacudiría de punta a punta el cuerpo para sacarme de encima esta tristeza toda hasta la última gota.
A diferencia de ellos de los perros tendría yo el cuidado de no golpear ni salpicar a nadie con los pedazos y las gotas de mi tristeza esta que me tiene como hundido en un río como bajo una lluvia fría como bañado sin ganas.
Tendría yo cuidado al sacudirme para quitarme de encima la tristeza mía pues no querría salpicar a nadie que por casualidad pasara y que seguramente bastante habría de tener ya con la tristeza propia suya como para sumarse la mía por descuido. Tampoco quisiera perjudicar a las plantas que anduvieran por ahí rondando en las cercanías y que al ver caer esa lluvia podrían pensar que se tratare de una lluvia -lluvia y con la ilusión de alimentarse y crecer la absorberían toda gota a gota por absorción radicular o por absorción capilar no sé muy bien y se marchitarían y ni pensar quisiera yo que algún pájaro sediento atento desde su vuelo o curioso desde una rama sobre la que posado estuviera al verla tirada como un charco pusiera sus patitas en la tierra y hundiendo en ella el pico la bebiera levantando a cada trago la vista al cielo para mejor tragarla y así pico a pico poco a poco la tristeza toda se lo bebería se la bebería toda la tristeza.
Me preocupa el pájaro me preocupan las plantas me preocupa el hombre distraído.
Las plantas tienen el consuelo del sol o la esperanza del fruto y de la flor el pájaro podrá volar y poco a poco hacerse viento nube nido el hombre distraído mejor sería que estuviera atento y yo con mi tristeza haré una lanza haré un grito una fogata haré una plaza yo con mi tristeza haré memoria escribiré con palabras el nombre de Santiago y aunque los culpables se escondan con sus armas entre mentiras verdes y globos amarillos no pienso sacudirme como un perro transformaré en pelea mi tristeza.